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Tana Oshima
El Mundo Digital
Fue tan sencillo como convincente. El experimento que un científico de la Universidad de Chicago llamado Stanley Miller reprodujo una y otra vez en el laboratorio hace más de medio siglo sigue explicando hoy los posibles orígenes de la vida en la Tierra.
Un ya histórico estudio publicado en Science en 1953 demostraba cómo a partir de los componentes de la atmósfera terrestre inicial podían surgir los aminoácidos, clave para la formación de la vida. No había ingredientes más conocidos y accesibles para la "sopa primigenia" -como la descrita por Darwin-: metano, hidrógeno, amoniaco, agua y electricidad.
El experimento de Miller, hoy común en las clases de química de los institutos, consistió en juntar todos estos ingredientes y descargar electricidad, simulando así el océano, la atmósfera y los rayos de hace 4.500 millones de años. El resultado fue una sopa de aminoácidos. Un simple experimento había logrado crear 13 de los 21 aminoácidos necesarios para la vida. El célebre astrofísico Carl Sagan lo consideró "el paso más significativo para convencer a los científicos de que la vida puede ser abundante en el cosmos".
Cincuenta y cinco años después, la misma revista Science publica una revisión del experimento. Jeffrey Bada, de la Institución Scripps de Oceanografía en la Universidad de California en San Diego, y colegas han reinterpretado el análisis de Miller para concluir que los principales componentes de la vida pudieron surgir de las erupciones volcánicas.
Más aminoácidos
Durante estas décadas, varias evidencias han cuestionado la validez de la atmósfera recreada por Miller (existen dudas de que ésta fuese tan reductora, es decir, pobre en oxígeno). Sin embargo, el nuevo experimento llevado a cabo por Bada sugiere que "incluso si la atmósfera en su conjunto no era tan reductora, podría haberse dado una síntesis prebiótica localizada" en sistemas volcánicos, dice el estudio. Se cree que la Tierra, en sus orígenes, era un planeta convulso, sacudido por la actividad volcánica. El estudio actual sugiere que los rayos y las emisiones de gases resultantes de las erupciones volcánicas pudieron producir los componentes químicos necesarios para la vida. Al volver a realizar el experimento con técnicas contemporáneas, los investigadores han logrado crear un total de... ¡22 aminoácidos!
Tras una de las pruebas, los autores del estudio publicado hoy describen que "el vapor (expulsado por los volcanes) inyectado en la chispa [eléctrica] puede haber generado con radicales hidroxilados que reaccionaron o bien con los precursores de los aminoácidos o con los propios aminoácidos".Tras la muerte de Miller en 2007, Bada, ya veterano, y sus colegas rescataron las muestras químicas originales de aquella "sopa primigenia". "Estábamos seguros de que aún quedaban cosas por descubrir en el experimento original de Miller", dice Bada, coautor del estudio. "Nos dimos cuenta de que una versión moderna" de las pruebas con sistemas volcánicos "produce una variedad más amplia de componentes".
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