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En los materiales conductores (como los metales, por ejemplo) algunos de los electrones que forman sus enlaces químicos no se encuentra ligados únicamente a sus átomos madre, sino que son compartidos por todos los átomos que integran dicho material.
Al tener cargas eléctricas libres, dichos materiales son susceptibles de transmitir fácilmente cargas eléctricas extra a través de sus enlaces moleculares cuando se produce una diferencia de potencial en distintos puntos de su estructura.
En los materiales aislantes, en cambio, se da la situación inversa, ya que los electrones en dichos materiales, se encuentran fuertemente ligados a sus átomos madre, costando muchísimo más llegar a producir un flujo de electrones a través de ellos.
No obstante, si el voltaje llega a ser lo suficientemente elevado, finalmente terminará arrancando los electrones de sus átomos. Como ocurre, por ejemplo, con el aire, considerado normalmente como aislante, cuando se acumula una gran carga eléctrica en una nube, los átomos del aire son descompuestos, transformando el aire en un plasma y originando los relámpagos.
Pero, ¿qué es la electricidad?.
Pues simplemente cargas eléctricas en movimiento (electrones, normalmente). Por lo que cada electrón orbitando en torno a un núcleo atómico constituye por si mismo una diminuta corriente eléctrica.
Y cuando una corriente eléctrica fluye por un material en un bucle continuo se habrá constituido un circuito eléctrico, lo cual es aprovechado por nuestra especie para multitud de aplicaciones.
Esas mismas cargas eléctricas en movimiento generan campos magnéticos (y a la inversa), por lo que cada átomo podría ser considerado como un microscópico electroimán.
Así, materiales como el hierro, cuyos átomos tienden a alinear sus campos magnéticos en bloques de aproximadamente un millar de átomos, denominados "dominios ferromagnéticos" (que habitualmente apuntan al azar) pueden ser magnetizados al reorientarlos todos en la misma dirección, lo que tiene efectos sinérgicos sobre el campo magnético total de dicho material.
Como apunte final a este apartado, quiero recordar que nuestro planeta se encuentra protegido de las peligrosas radiaciones ionizantes solares, precisamente, por el enorme campo magnético generado por el núcleo de hierro fundido que, supuestamente, se encuentra rotando en su interior. Lo cual es una suerte, ¿no?.
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