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miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Qué es eso que llamamos vida?



Es un articulo que encontré en un blog, me gustaría que aportaran y dieran su opinión y sobre todo la idea general del artículo


Un paseo por las playas Shark Bay, en Australia Occidental, nos descubre a los descendientes vivos de los organismos más antiguos conocidos: unas cianobaterias que a lo largo de los siglos han ido construyendo llamativas estructuras rocosas con forma de seta llamadas estromatolitos. Estas comunidades bacterianas erigieron los estromatolitos atrapando el polvillo que compone el sedimento más fino con una capa de mucus pegajoso que secretaba la propia célula, construyendo la roca de dentro hacia afuera. Su velocidad de crecimiento es muy lenta: poco menos de medio milímetro por año, de forma que les cuesta cientos de años llegar a los 30 centímetros de altura y 20 de anchura. No parece gran cosa, pero empieza a serlo si tenemos en cuenta el tamaño de las bacterias que los formaron: en la escala humana sería equivalente a construir una estructura de 105 kilómetros de alto por 75 kilómetros de ancho.

Estas cianobacterias son muy distintas a un eucalipto o un ser humano pero, a pesar de todo, los definimos como organismos vivos. Ahora bien, ¿somos capaces de decir qué es la vida? La cuestión no es banal, sobretodo en estos tiempos en los que la búsqueda de vida en el universo, la astrobiología, es uno de los campos científicos de moda. ¿Cómo podemos buscarla si no sabemos definirla? ¿Cómo podremos identificarla? «En el universo yo voy a buscar las moléculas», afirma Christian de Duve, Premio Nobel de Fisiología y Medicina por el descubrimiento de los lisosomas y los peroxisomas, orgánulos intracelulares que contienen enzimas esenciales para el metabolismo celular.

De Duve, un belga que nació por accidente en Gran Bretaña pues sus padres se refugiaron allí durante la I Guerra Mundial, ha dedicado estos últimos años a estudiar el origen y la evolución de la vida. Fruto de sus reflexiones es Vital Dust, un libro que desde su aparición en 1995 se ha convertido en referencia obligada del tema. Su subtítulo, hoy famoso, lo dice todo: la vida como imperativo cósmico. «No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la vida es producto de una extraordinaria combinación de circunstancias altamente improbables», comenta. «No sabemos si en otro lugar del universo la vida se construirá igual que en la Tierra, pero es una buena hipótesis de trabajo. Creo que la forma en que la vida se originó en nuestro planeta es, visto con suficiente amplitud, un fenómeno determinista. Luego si se dan las mismas condiciones en otro planeta, debemos esperar que la vida surja en formas químicamente similares a las de la Tierra. Así que buscaré algún tipo de ADN, proteínas… las moléculas típicas de la vida».

Quizá por ello su definición de vida sea, según confiesa, muy simple: «la vida es lo que es común a todos los organismos vivos. Esto significa que para mí la vida es lo que el ser humano, las plantas, los microbios y los hongos tenemos en común, los mecanismos básicos que hoy conocemos muy bien: metabolismo, proteínas, genes…». Una definición muy parecida a la de Niles Eldredge, del Museo Norteamericano de Historia Natural: «La mejor manera de captar lo que significa ser un animal vivo es, simplemente, considerar la propia vida de uno».

Por supuesto, hay diferencias. «Yo no soy una hoja -añade de Duve- pues no tengo clorofila, pero cuando los árboles están en la oscuridad hacen exactamente lo que yo hago en la oscuridad: sobrevivir usando las mismas moléculas. Compartimos la misma química». Para Christian de Duve la vida es, en esencia, un tipo muy particular de química.

Esta postura ofrece sus problemas. «¿Cómo definiríamos lo que es un mamífero si el único mamífero que hemos visto es una cebra?» De este modo tan gráfico Robert Shapiro, profesor de química en la Universidad de Nueva York y uno de los grandes heterodoxos del problema del origen de la vida, pone el dedo en la llaga. Así, uno de los argumentos más difundidos sobre la posible existencia de vida en Marte es que hace millones de años el agua recorría su superficie, y como el agua es esencial para la vida… lo que nos lleva directamente al problema de la cebra.

Para encontrar una definición, dice Shapiro, hay que evitar ciertas trampas: ¿Tú estás vivo? Por supuesto. ¿Tu nariz es algo vivo? Sí. ¿Y las células de tu nariz? También. ¿Y las proteínas de las células de tu nariz? ¿Y los átomos de carbono en las proteínas de las células de tu nariz? «Para identificar la vida no debemos mirar las partes. Es algo que tiene mucho que ver con la forma en que está construida. En ella hay un alto grado de organización, es una propiedad de la materia».

Claro que esto tampoco es decir mucho. Definir vida nos enfrenta a un problema fundamental: la propia naturaleza de las definiciones. «Están relacionadas con el lenguaje y una palabra tiene cierto significado en una lengua particular», afirma Carol Cleland, una filósofa del Centro de Astrobiología de la Universidad de Colorado. «En inglés bachelor significa ‘hombre que no se ha casado’. Ahora bien, ¿un niño de dos años es un bachelor?». Aunque maticemos diciendo que debe ser un hombre adulto, ¿a qué edad se le considera así? ¿A los 18 años? ¿o a los 23 años y 10 meses? «Muchas de las definiciones que usamos son vagas y generalmente especifican el significado usando conceptos que ya tenemos, sobre todo cuando su existencia depende sólo de nuestros intereses y preocupaciones».

La cosa cambia si queremos definir lo que es, por ejemplo, agua. En el siglo XVII la hubieran definido del mismo modo a como nos enseñaron en las primeros años de escuela: un líquido transparente, húmedo, insípido e incoloro. Una definición tan indudablemente inútil como la que dio de vida el creador de la hipótesis Gaia, James Lovelock: «La vida es algo comestible, amable o letal». Con ambas podemos identificar otras sustancias como agua y otros sistemas como vida.
Una vez que entendimos la estructura molecular de la materia la ambigüedad desapareció: el agua es H2O. «Lo importante aquí es darse cuenta que esta definición depende de la teoría», afirma categóricamente Cleland. «Por eso vida resulta tan difícil de definir; debe estar embebida en una teoría que no tenemos. No existe una teoría general de los sistemas vivos. Estamos en una situación parecida a lo que sucedía con el agua antes de que desarrolláramos la teoría molecular de la materia».

Enfrentados a semejante panorama no es extraño que muchos científicos recurran a la poesía como medio de escape. Para la microbióloga Lynn Margulis la vida «es un proceso físico que cabalga sobre la materia como una ola extraña y lenta. Es un caos controlado y artístico, un conjunto de reacciones químicas abrumadoramente complejas». O los españoles Eduald Carbonell y Marisa Mosquera, que en su libro Las claves del pasado; la llave del futuro se dejan llevar por su pasión poética afirmando que «la vida es la expresión del tiempo biológico…, es un proceso de información que hace aparecer un tiempo singular dentro de otro tiempo dimensional».

Devaneos literarios aparte, nuestro intento por comprender la vida conoció un año decisivo: 1944. Entonces se publicó ¿Qué es la vida?, una recopilación de una serie de conferencias que su autor había dado en el Trinity College de Dublín. Su publicación marcó un antes y un después en la biología del siglo XX. No fue escrito por un biólogo sino por uno de los padres de la mecánica cuántica, la teoría física que describe el comportamiento de los átomos y las partículas subatómicas, Erwin Schrödinger: «A pesar de nuestra evidente incapacidad para definirla, la vida acabará siendo explicada por la física y la química».

Esta afirmación hizo que muchos físicos volvieran la mirada hacia la biología provocando la aparición de una nueva rama de la ciencia: la biología molecular. «La vida -escribió Schrödinger- es materia que repite su estructura a medida que crece, como un cristal, un extraño cristal aperiódico, pero más fascinante e impredecible». Su definición que sigue siendo actual. «No es para nada desacertada -comenta uno de los máximos expertos internacionales en complejidad y autoorganización, Ricard Solé, catedrático de la universidad Pompeu Fabra e investigador senior del Centro de Astrobiología-. El ADN posee la componente regular de la doble hélice y la explosión del alfabeto de la vida en su interior». Su definición de vida refleja claramente su formación: «un ser vivo es cualquier entidad capaz extraer energía del medio ambiente, emplearla para almacenar y procesar información, y ser capaz de evolucionar».

Para Kepa Ruiz Mirazo, un físico especializado en el origen de la vida, es esencialmente «un sistema autónomo, con un metabolismo que genere y regenere sus componentes, y que evolucione de una manera darwiniana muy característica, con un mecanismo de herencia». Por eso no se puede considerar a los virus como seres vivos.

La irrupción de los físicos en un terreno históricamente perteneciente a los biólogos ha motivado que a la palabra vida se le asocien palabras como autoorganización, complejidad, información… y que biólogos como Margulis digan que la vida, más que un cristal, es un fractal. Esta amplitud de miras puede hacernos pensar que quizá la llamada Vida Artificial, la generada dentro de un ordenador, lo sea de verdad. A esta idea Carol Cleland se opone rotundamente.«No es vida del mismo modo que una simulación de ordenador del agua no es agua». Pero no todo el mundo está de acuerdo. Ricard Solé opina que, «a pesar de que no es agua, pues no la puedes utilizar, desde el punto de vista del sistema sí lo es». «Modelos como el de Tierra de Thomas Ray, o los autómatas celulares, no se puede decir que sean vida», añade Kepa Ruiz. «Pero son interesantes porque te hacen pensar en cómo sería la vida con otro tipo de componentes. Viene bien para universalizar».

Definir la vida pasa por comprender su origen, un campo de investigación que nació a mediados del siglo XX y que se mantuvo en un quiero y no puedo durante más de tres décadas. «Recuerdo que asistí a mi primer congreso sobre el origen de la vida en 1982, comenta Robert Shapiro. Casi todo lo que vi fueron idioteces; allí había una forma terrible de hacer ciencia. No quiero dar nombres, pero hasta en los artículos de gente muy famosa veías una ciencia terrible: experimentos mal conducidos y mal controlados… Menos mal que eso ha cambiado bastante». Shapiro es la bestia negra de las ideas comúnmente aceptadas sobre el origen de la vida y sus críticas han desmontado muchos mitos en torno a ella. «Hay demasiada especulación y muy poca experimentación. Cuando miras con atención sólo encuentras humo».

Entonces, ¿qué nos queda? Poca cosa. A Christian de Duve el debate sobre la vida le recuerda a «esa vieja historia hindú donde unos ciegos definen lo que es un elefante palpando distintas partes de su anatomía. Esto pasa con la vida: cada uno ve distintos aspectos. Para unos es información, para otros reproducción, para otros evolución…». Claro que no deja pasar la oportunidad de remachar su postura: «Lo es todo, pero lo que hace a la vida es cierto conjunto de moléculas muy específicas y cómo reaccionan entre sí».

Bibliografia
Blog: La ciencia es tu vida

http://masabadell.wordpress.com/2008/02/12/%c2%bfque-es-eso-que-llamamos-vida/

3 comentarios:

Unknown dijo...

no s habla de unos orgamismos que existieron desde hace mucho tiempoy que posiblemente fueron los que dieron evolucion a la vida
att:jorge luis 6201

violeta bravo 6203 dijo...

de todos los temas este es el que mas me ha parecido interesante pues se relaciona con la carrera de quimica, y su idea principal de este es que nos habla de estos organismos u microorganismos que ya han existido desde hace un buen rato y que igual fuero los que dieron origen a la evolucion de la vida. es interesante y estaria padre que discutieramos este tema en clase.Violeta6203

Unknown dijo...

YESENIA HERAZ SAMANIEGO 6202.

La existencia de vida, en la tierra nunca se va a saber existen muchas teorias de jamas se encontrara.